LOS ANGELES DE LA CIUDAD (026)
Letra: Elena Poniatowska. Música: Liliana Felipe.
Hoy los ángeles de la ciudad
son todos aquellos que no saben que lo son,
ángeles de carne y hueso y un pedazo de pescuezo.
Lo cierto es que la ciudad tizna a los ángeles,
los revuelca en la ceniza,
les chamusca las alas y al pié de la letra
nos pinta angelitos negros.
Nuestros ángeles nada tienen que ver
con los angelitos cachetones
que de oro puro se ríen en los altares.
Nuestros ángeles nada tienen que ver
con los cachetones y nalgones
que de oro puro se ríen desde los altares.
Nuestros ángeles tratan de pasar esquivando a los coches,
magullándose, atorándose,
azuleando su piel de por sí ya dispuesta a los moretones.
Nuestros ángeles vuelan mal y bajito
con un sospechoso cargamento
de chiclets, kleenex, paletas y ositos pandas.
recitado: A la hora del angelus, si uno afina bien el oído, puede percibir el rumor de alas. legiones y legiones celestiales van cubriendo el cielo del atardecer, con los ojos bajos y el trotecito indio. En esta ciudad, y en otras, donde es tan difícil amar por encima de los cláxones, porque antes de ser ángeles amorosos, nos llega el edicto y la condena; entonces, junto a nuestro ángel en potencia, aunque se haya disfrazado de zopilote negro, volvemos a decir: “ángel de mi guarda, mi dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día”…