PERMITAME

PERMITAME(272)

Letra: Catherine Sasanov. Música: Liliana Felipe

The book of hours/Las horas de Belén

 

Dejen sus autos en casa el día de hoy.

Voy a despedazar estas calles hasta encontrar el agua,

hasta que los canales vuelvan a cruzar la ciudad:

sus aguas casi estancadas punteadas por pequeñas mestizas

tiradas allí por sus madres.

Sé cómo a esas niñas muertas les gustaba flotar boca arriba,

con los ojos fijos en las estrellas antes de que esta ciudad ahogara las estrellas del cielo con su luz.

 

Apaguen todas las luces y por 300 años transitaremos por las calles, con luz de luna llena y lámparas votivas.

Sus débiles llamas ardiendo frente a los santos

tallados en los muros; ojos de piedra que al fin se han quedado ciegos, después de tantos años de llanto contínuo del cielo.

 

En la calle de Argentina número trece

la tierra regurgita una pirámide.

En Lázaro Cárdenas

la tierra se traga el Super Leche

y acaba con el Regis y el Hotel del Prado.

Alguna vez el mismísimo Jesús

cargó con su cruz por Avenida Juárez, su propio calvario.

 

Cuando veo el rostro de Jesús, pienso en el rastro de Dios.

Sus carniceros tan cerca que pueden rastrear la sangre

por los burdeles de Mesones, las Gayas, Cuauhtemoztin

y Las Vizcaínas.

Nomás para asegurarnos que la ciudad nunca será el paraíso

alguien arrancó los nombres celestiales de las calles de México:

del Amor de Dios, del Espíritu Santo las Once Mil Virgenes

 

ya no tocan más a la Puerta Falsa de la Merced

aunque siguen taloneando en las esquinas

de las calles de Dolores y La Soledad.

(La Soledad como una historia

ilustrada en Una Casa de Lágrimas.)

 

Hospital Morelos

refugio de sifilíticas y prostitutas.

Franz Mayer comenzó a desmantelarte

el día en que metió mano en el pasado de México.

Sus paredes blancas, sus vitrinas

que ocupan el lugar de las camas.

La Bella Santa expulsada por una estatua de Santa Lucía.

Sangre del siglo diecisiete resbalando por sus mejillas,

cuchillo apuntando a sus ojos luminosos,

para arrancarlos y ponerlos en un plato como botanas.

 

Pura inspiración para que la muchacha

de la calle de La Quemada

se tatemara la cara para

que nada distrajera al novio de la belleza de su alma.

 

Virgen de Guadalupe

que con tantos trabajos nos proteges

acaso, pensamos quién te protege a tí?

Ahora que te hemos encontrado

flotando boca abajo en un charco de agua sucia

en el Metro Hidalgo

diremos que se trata de un suicidio o de un asesinato?

México echaste abajo tus edificios

sobre cientos de costureras.

No te sorprenda que me vista con la ropa de tus muertos

tus muertos me heredaron su guardarropa

con un retraso de 300 años

como si algo tan terrible

pudiera pasar de moda.

Traducción: Alberto Blanco